jueves, 24 de abril de 2014

"JUNTOS SOMOS MUCHO MÁS FUERTES"

24 de Abril 2014

César Chávez, con su vida entregada a la organización social y al liderazgo comunitario, y Diego Luna con su filme, arrojan mucha luz sobre un mundo que suele permanecer en las sombras, en las orillas de la marginación y la sobrevivencia: la de los y las jornaleras que con sus ásperas manos colectan chícharos y lechugas en invierno, cerezas y frijoles en primavera, maíz y uvas en verano que llegarán a nuestra mesa sin nunca preocuparnos por verlos y reconocerlos.



Diego Luna cae bien por su trato amable, tenacidad, sensibilidad artística, compromiso social y su olfato político (César Chávez es un icono entre los latinos en Estados Unidos y aquí los iconos se hiperpolitizan).

Lograr dirigir la primera película de este calibre sobre César Chávez es una demostración clara de sus talentos. Con su dinero y fama pudo haber caído en frivolidades y egoísmos tan idiosincráticos de la farándula nacional, pero nada más alejado a sus dichos y sus actos.

Tampoco cayó en la actitud típica de los mexicanos que “abandonamos a su suerte” a los compatriotas que buscan en Estados Unidos un ingreso económico y condiciones de vida que su país les niega.

Cesar Chávez, la película, hay que verla y promoverla. Políticamente es un evento con impacto, aunque cinematográficamente… bueno véanla y me dirán.

Políticamente

Estrenada el 28 de marzo en 664 cines, al día de ayer llevaba casi 5 millones de dólares en taquilla –ocupando el lugar número 12 en la cartelera de la unión americana. El “biopic” tiene ya un gran alcance y marca una pauta de colaboración entre personas con una misma matriz cultural sin importar que hayan nacido de un lado u otro de la frontera. Mexicanos, chicanos, hispanos/latinos unidos bajo un mismo proyecto. La película trasciende el aspecto excluyente implícito en toda propuesta que busca la identidad de un grupo.

Hay convergencias y similitudes en el legado de César Chávez y la obra de Diego Luna.

Ambos demuestran la arbitrariedad de las fronteras y los muros. César Chávez nació en Arizona, Estados Unidos, y promovió los derechos de los mexicanos nacidos allá o acá. Diego Luna nace en el DF y hace lo mismo sin importar el muro. Es cierto que Chávez combatió la inmigración ilegal de compatriotas, utilizada por los productores agrícolas para reventar las demandas de su movimiento y mantener el flujo de mano de obra ultra barata. Más que con una raza u origen se dejó guiar por la necesidad de dignificar las condiciones de trabajo de los campesinos humildes.

Chávez, con su vida entregada a la organización social y al liderazgo comunitario, y Luna con su filme, arrojan mucha luz sobre un mundo que suele permanecer en las sombras, en las orillas de la marginación y la sobrevivencia. La de los y las jornaleras que con sus ásperas manoscolectan chícharos y lechugas en invierno, cerezas y frijoles en primavera, maíz y uvas en verano que llegarán a nuestra mesa sin nunca preocuparnos por verlos y reconocerlos.

Ambos saben armar su equipo más allá de múltiples presiones. Como lo hizo Cesar Chávez al romper fronteras culturales y luchar de la mano con los jornaleros filipinos, Luna amalgama con éxito las aportaciones de colaboradores de todos lados. No acepta la sugerencia tan propia delstarsystem californiano de castear a Antonio Banderas como un César Chávez inverosímil y tiene el tino de atraer al buen actor méxico-norteamericano Michel Peña.


Construyen solidas alianzas con los poderes estadounidenses que apoyan sus causas. Chávez con las grandes centrales sindicales AFL-CIO y un icono integrante de la dinastía Kennedy, el malogrado Bobby. Luna lo hace con Hollywood, con otro icono norteamericano, John Malkovich -por cierto, genial en la película-. De la misma manera que se alían dos titanes mediáticos, el mexicano Televisa y el distribuidor norteamericano Lion´s Gate para formar Pantelion Films que aprovecha en serio las oportunidades demográficas y culturales de la población latina.

La película conecta con la agenda política nacional en los Estados Unidos donde la Reforma Migratoria y el “equal pay” ocupan un lugar central. Es oportuna porque recuerda la necesidad de generar nuevos liderazgos, fuertes y eficaces para nuestra comunidad.

Ambos son promotores incansables que saben hacer llegar sus acciones a los más altos niveles de las esferas políticas. Chávez se codeó con presidentes -la verdad es que Reagan no lo trató muy bien- mientras que la presentación de la película tuvo como anfitrión ni más ni menos que al presidente Obama –no la vio, aunque dijo que la vería después-.

Políticamente despierta las ganas de luchar, de unir esfuerzos, de buscar un mundo más justo, de conocer más sobre un líder relevante, sus compañeros de viaje, Dolores Huerta –ni a García Márquez se le hubiera ocurrido un nombre tan certero y simbólico para esta lideresa y compañera inseparable-, la humanidad de sus causas y la efectividad de sus métodos. Por eso hay que verla.

Cinematográficamente

El mundo del cine –nacional y de Hollywood- lo sigue llamando actor antes que director; me atrevo a creer que en el futuro será reconocido por lo segundo.

Por un lado, escucho con frecuencia que se cuestiona su talento como histrión y en general –pero no siempre- tiendo a estar de acuerdo de que lo más común es ver a “Diego Luna en el papel de Diego Luna”. Por el otro, como director le anteceden ya dos obras muy bien realizadas, con oficio, punto de vista y sentido dramático. El documental J.C. Chávezy la ficción Abel. Sorprendentes por su calidad y capacidad para generar emociones a partir de historias muy cercanas a lo mexicano sin caer en estereotipos y simplificaciones.

Me duele un poco admitir que el biopic César Chávez se quedó por debajo de lo que prefiguraban sus obras anteriores. El principal logro de la cinta reside en haberla hecho y lanzado como se lanzó, más que la obra en sí. Aquí encontrarán una crítica con la que coincido plenamente.


Es muy probable que la película no trascienda por su calidad cinematográfica, pero aprendiendo del marco mental estadunidense, este resultado no será una puerta que se cierra para la carrera de Diego Luna, ni el legado social y político de César Chávez. Será un paso más hacia mejores horizontes.

Diego Luna tiene un gran futuro por delante; tiene tan solo 34 años, un año menos de los que tenía Cesar Chávez cuando decidió irse a vivir a Delano, California, arremangarse y ofrendar su vida para formar la National Farm Workers Association (NFWA). Sí se pudo.

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