lunes, 24 de marzo de 2014

¿PHILIP ROTH RUMBO AL NOBEL? ¡BIEN MERECIDO LO TENDRÍA! "Un novelista es un mecanismo diminuto en la gran rueda de la literatura imaginativa"


DEL MURO DE IVAN THAYS
MOLESKINE ® LITERARIO


Philip Roth: “Solo un loco se hubiera escrito 31 libros para afirmar su odio”

La revista sueca Svenska Dagblader consiguió entrevistar a Philip Roth, en su dorada jubilación de la escritura, gracias al periodista Daniel Sandstrom. La entrevista ha aparecido también en The New York Times. Desde luego, el hecho que sea Suecia el lugar donde aparece la entrevista se presta a suspicacias. ¿Preparando un nuevo Nobel? La última frase es memorable: “Un novelista no es un mecanismo diminuto en la gran rueda del pensamiento humano. Un novelista es un mecanismo diminuto en la gran rueda de la literatura imaginativa.” La Revista Ñ replica la entrevista en castellano:



Dice la nota:

–Sé que ha releído todos sus libros recientemente. ¿Cuál fue su veredicto?

–Cuando hace unos cinco años decidí dejar de escribir, me puse a releer los 31 libros que había publicado entre 1959 y 2010. Quería ver si había estado perdiendo el tiempo. Cuando terminé, mi conclusión se hace eco de las palabras que dijo un héroe mío del boxeo, Joe Louis, estadounidense. Fue campeón mundial de peso pesado desde que yo tenía 4 años hasta mis 16. Había nacido en el sur profundo, el sudeste, negrito, pobre, sin educación que mencionar, e incluso durante la gloria de los 12 años invicto, cuando defendió su campeonato la sorprendente cantidad de 26 veces, no anduvo en buenas migas con el lenguaje. De modo que cuando al retirarse le preguntaron por su larga carrera, Joe la sintetizó en 9 palabras: “Hice lo mejor que pude con lo que tenía”.

–En algunos círculos es casi un cliché mencionar la palabra “misoginia” en relación con sus libros. ¿Qué cree usted que provocó esa reacción inicialmente y cuál es su respuesta a quienes todavía tratan de etiquetar su obra de ese modo?

 –La misoginia, el odio por las mujeres, no le proporciona a mi obra una estructura, ni un significado, un mensaje, una convicción, una perspectiva o un principio orientador. Esto se opone, digamos, a cómo otra forma dañina de aversión psicopática –equivalente de la misoginia en la abarcadora extensión de su malevolencia– el antisemitismo, otorga todos esos elementos a Mein Kampf. Mis detractores exponen mi supuesto pecado como si yo les hubiese echado veneno a las mujeres durante medio siglo. Pero solamente un loco se hubiera metido en el embrollo de escribir 31 libros para afirmar su odio. Mi cómico destino es ser el escritor que estos detractores han decidido que no soy. Practican una forma bastante trillada de control social: “usted no es lo que piensa que es. Usted es lo que nosotros pensamos que es”. Es lo que elegimos nosotros que sea. Bueno, bienvenido a la subjetiva raza humana. En algunos círculos, “misógino” es hoy una palabra que se utiliza con tanta laxitud como la derecha macartista usaba “comunista” en la década de 1950: y con un propósito muy similar. Sin embargo, a lo largo de la vida cada escritor aprende a tolerar las inferencias estúpidas que se extraen de la literatura y las cuestionables fantasías que se le imponen. ¿Qué clase de escritor soy? Soy quien no simulo ser.

–Con frecuencia los hombres de sus libros son malinterpretados. Algunos críticos suponen que sus personajes masculinos son una especie de héroes o modelos sociales; si usted se fija en los personajes masculinos de sus libros, ¿qué rasgos tienen en común, de qué tipo son?

–A mi modo de ver, nunca he puesto el foco en la potencia masculina desatada y triunfal sino más bien en la antítesis: el poder masculino debilitado. Difícilmente yo le haya cantado loas a la superioridad masculina; en todo caso he representado una hombría inestable, frágil, tímida, confundida y disminuida. No soy un moralista utópico. Mi intención no es presentar hombres de ficción como deberían ser sino problematizados, como los hombres están. El drama surge de la vulnerabilidad de hombres vitales, tenaces, que ni son cautivos de la debilidad ni están hechos de piedra y que, casi inevitablemente, están abrumados por una visión moral borrosa, por culpabilidad real e imaginaria, lealtades contradictorias, deseos urgentes, anhelos incontrolables, amor inviable, por la pasión del culpable, el sueño erótico, la ira, la discordia interior, la traición, por pérdidas drásticas, vestigios de inocencia, ataques de amargura, enredos insanos, subestimaciones, una comprensión desbordada, temor prolongado, acusaciones falsas, lucha incesante, enfermedad, agotamiento, separación, locura, envejecimiento, agonía: hombres impávidos aturdidos por la vida ante la cual estamos indefensos. Es en la lucha social del momento actual donde cantidades de estos hombres se encuentran atravesados por la impotencia. No es suficiente, desde luego, hablar de “furia” o de “traición”: la furia y la traición tienen su historia, como cualquier otra cosa. La novela rastrea el suplicio de esa historia y, si tiene éxito, al hacerlo explora la conciencia de la sociedad que describe.

(…)

Si se entrevistara usted mismo en este punto de su vida, debe haber una pregunta que todavía no le hayan hecho, que sería obvia e importante, pero que ha sido ignorada por los periodistas. ¿Cuál sería?

–Por perverso que parezca, cuando usted se interesa por alguna pregunta que hayan ignorado los periodistas, inmediatamente pienso en la pregunta que muchos de ellos no parecen ignorar. La pregunta es más o menos así: “¿Todavía piensa así-y-así? ¿Todavía cree tal-y-tal cosa?” y después citan algo que no dije yo sino el personaje de algún libro mío.

Si a usted no le importa, ¿puedo aprovechar la oportunidad de su última pregunta para decir algo que probablemente ya esté claro para los lectores aunque no para los fantasmas de los periodistas que estoy convocando? Por eso cualquiera que busque el pensamiento de un escritor en las palabras y los pensamientos de sus personajes está buscando en una dirección equivocada. Intentar descubrir los “pensamientos” de un escritor viola la riqueza de esa mixtura que es la característica esencial de la novela. El pensamiento del novelista no está en las observaciones de sus personajes, sino en los dilemas que les ha inventado, en la yuxtaposición de esos personajes, sus existencias hechas realidad con todos los detalles y matices, son realmente su pensamiento metabolizado. El pensamiento del escritor está en su elección de un aspecto de la realidad hasta entonces no analizado del mismo modo. El pensamiento del escritor está corporizado en el enfoque moral de la novela. La novela, entonces, es en sí misma su mundo mental. Un novelista no es un mecanismo diminuto en la gran rueda del pensamiento humano. Un novelista es un mecanismo diminuto en la gran rueda de la literatura imaginativa.



MOLESKINE ® LITERARIO

http://ivanthays.com.pe/post/80585881779

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