jueves, 13 de marzo de 2014

EL CUADERNO VERDE DE JOSÉ (PEPE) GORDON

PEPE GORDON EN TV UNAM






El cuaderno verde

La primera carcajada

Por Pepe Gordon

En un texto tan antiguo como la Biblia no tan sólo se describe el génesis del mundo, de las cosas y sus nombres. También aparecen relatos que establecen los inicios de las relaciones humanas, de las acciones que emprendemos. El escritor israelí Meir Shalev, autor de novelas como Esaú y Mi abuela rusa y su aspiradora americana, se interna en una lectura secular de la Biblia para explorar cómo ocurren por primera vez una serie de viñetas que marcan la experiencia de lo humano. Se trata de verlas desde el ojo de un novelista.
El libro de Shalev, publicado en inglés en 2011, se llama Inicios. Reflexiones sobre las intrigantes primeras veces de la Biblia. Aunque aparentemente la Biblia es muy conocida, el ángulo que toma Shalev genera un efecto sorprendente. El escritor plantea que aunque en la Biblia se habla del origen en términos de la creación del mundo, hay un interesante inventario de otro tipo de inicios. En esos textos canónicos se dibuja también el primer amor, la primera muerte y el primer sueño. Nos asomamos a un repertorio plural de personajes que tienen que cruzar ciertas experiencias por primera vez: desde dar a luz hasta odiar y engañar; vemos al primer músico y al primer carpintero, al primer profeta y a los primeros espías. En esos relatos ceñidos en un puñado de versos, se encuentran las semillas de posibles cuentos y novelas para quien sabe imaginarlos.
Uno de los registros más interesantes es el de la primera carcajada. Shalev nos dice que en la Biblia solamente aparece una vez la risa, por eso es, al mismo tiempo, la primera y la última risa. Se trata de una carcajada de un hombre y una mujer. La causa es la misma. Parece una broma: una pareja de viejos sin niños -Abraham y Sara- ríen cuando escuchan la nueva de que tendrán un hijo.
Dice Shalev: "Esto, por supuesto, es el debut del humor judío y es reconfortante ver que no ocurre debido a Matusalém se haya resbalado con una cáscara de plátano". Mas bien se trata del inicio de una tradición cómica que surge del dolor. Estamos hablando de un humor que se muerde a sí mismo. Escribe Shalev:
"La esterilidad de Sara causó en ella y en su esposo una profunda y arraigada aflicción. Sin embargo, ambos podían ver el lado divertido de la noticia que les daba Dios, Abraham tenía 99 años y Sara 89. La noticia del embarazo y del nacimiento de un hijo era para ellos un buen chiste."

Shalev subraya la maravillosa reacción de Abraham. Estaba tirado en el suelo de la risa. La Biblia dice: "Abraham cayó sobre su rostro y rió". Muy mexicanamente diríamos que estaba atacado de la risa.
Posteriormente, se puso serio, le pidió a Dios que no jugara con sus sentimientos que no le diera falsas esperanzas. Dios, sin embargo, insiste: "Tu esposa Sara te traerá un hijo y lo llamarás Isaac y estableceré mi pacto con él, un pacto duradero con su descendencia".
El novelista lee en estas palabras un subtexto que tal vez le hace sonreír: "Dios se impresiona con la primera risa humana y decide inmortalizarla en el nombre del futuro hijo de Sara: Isaac, Yitzhak en hebreo quiere decir él reirá."
Se trata de una metamorfosis que trae un aire de esperanza. La situación será tan oscura como la que se vivirá en la demanda del sacrificio del hijo de Abraham, pero Isaac se salvará, reirá. La sobrevivencia de alguna manera está vinculada con el sentido de humor. Una carcajada se abre en medio del absurdo y del abismo. Tiene que ver con una noción del tiempo que supera el momento. La sonrisa de la inteligencia abre la perspectiva. Woody Allen lo sabe bien al plantear una ecuación singular de la condición humana: la comedia es igual a tragedia más tiempo.

pepegordon@gmail.com






El Cuaderno Verde 

Paz: Un colisionador de ciencia y poesía 


Reforma


(13-Mar-2014).-


En el libro Las palabras del árbol, Elena Poniatowska registra el interés de Octavio Paz por la ciencia. El poeta recuerda al matemático y físico mexicano Alberto Barajas. Dice Paz: "Lo traté y lo admiré mucho. Era un hombre tímido, muy buen tipo. Quizás debí ser científico. La ciencia me apasiona".
Paz se asombraba profundamente ante la observación del universo que brinda la ciencia moderna y exploraba con igual curiosidad el conocimiento que abre la poesía. En el libro Corriente Alterna (Siglo XXI), Octavio Paz plantea algunos paralelos entre estos instrumentos de percepción de la naturaleza:

"Hay más de una semejanza entre la poesía moderna y la ciencia. Ambas son experimentos, en el sentido de 'prueba de laboratorio': se trata de provocar un fenómeno, por la separación o combinación de ciertos elementos, sometidos a la presión de una energía exterior o dejados a la acción de su propia naturaleza. La operación, además, se realiza en un espacio cerrado, dentro del mayor aislamiento. El poeta procede con las palabras como el hombre de ciencia con las células, los átomos y otras partículas materiales: las arranca de su medio natural, el lenguaje diario, las aísla en una suerte de cámara de vacío, las reúne o separa y, en fin, observa y aprovecha las propiedades del lenguaje como el investigador las de la materia".
En términos de nuestros días, estaríamos hablando del poeta como un colisionador de pensamientos y palabras que sacan chispas y abren nuevas vistas. Tal vez de eso se tratan los debates y diálogos que él tanto disfrutaba con los más notables protagonistas de la ciencia, el arte y las más diversas culturas y manifestaciones de conocimiento. Eran ensayos en vivo. Por ahí quedan flotando las estampas de su encuentro con Borges o de su intercambio de ideas con el premio Nobel en Física Murray Gell-Mann. En una de esas esquirlas se puede ver a Paz conversando con Marcos Moshinsky o platicando con Gerald Edelman -premio Nobel de Fisiología y Medicina- sobre la orquesta neuronal que se da en el cerebro: ¿quién la dirige?
En esta investigación, Paz utiliza los instrumentos que ofrece el arte. Dice Paz: "La poesía moderna es un conocimiento experimental del sujeto mismo que conoce. Ver con los oídos, sentir con el pensamiento combinar y usar hasta el límite nuestros poderes, para conocer un poco más de nosotros mismos y descubrir realidades incógnitas".
Paz se asoma al abismo del instante y descubre una suerte de campo unificado del universo en donde todo se comunica y transfigura. Es ese nivel en donde "yo soy tú somos nosotros", se trata del "reino de pronombres enlazados", descrito en el hermoso poema Piedra de Sol. En el poema Olvido, se refiere a ese mismo estrato en el nivel más profundo del ser. En este experimento del poeta, al cerrar los ojos, olvida todo y se pierde en el infinito: "mar que se pierde en otro mar:/olvídate y olvídame". Desde ese "olvido sin edad ni fondo/ labios, besos, amor, todo, renace/ las estrellas son hijas de la noche".
El observador se ha observado a sí mismo de manera radical y sospecha que el asombro de la poesía está en la base del mundo físico que -como partículas subatómicas- brinca y se sumerge en el vacío una y otra vez.
Tal vez por eso, Paz señaló que la próxima revolución en la física se daría cuando además de tener variables como E= Energía y M= Masa, pudiéramos tener variables como R= Ritmo, I= Intensidad. La unidad de la naturaleza tendría que pasar por el misterio del lenguaje que se abre a lo innombrable.
A cien años de su nacimiento, recordamos a Octavio Paz como un gran colisionador de ideas, de imágenes memorables y pensamientos críticos que estimulan la inteligencia, la belleza y la imaginación.



pepegordon@gmail.com
13 de marzo de 2014

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