viernes, 28 de marzo de 2014

COREA DEL NORTE: METANFETAMINA, PANDILLAS Y FRANCOTIRADORES



A primera vista, una reunión que se llevó a cabo el 24 de enero de 2013 podría haber sido sobre cualquier tema de negocios. 

Una empresa multinacional radicada en Hong Kong ha puesto contra las cuerdas al mercado de un producto muy lucrativo. Necesitaban distribuidores para exportar su producto a América, así que la empresa envió a un par de representantes a Bangkok para que se reunieran con el posible cliente. Dicho cliente aseguraba disponer de los contactos adecuados en Nueva York, y de dinero para gastar.

Pero no era un trato corriente. Estos hombres de negocios eran supuestos miembros de una tríada mafiosa, el cliente en potencia era un informante de la DEA y el producto lucrativo era una enorme cantidad de metanfetamina coreana de gran pureza, escondida en algún lugar de Filipinas. En el trato también habrían estado implicados un par de misteriosos traficantes británicos que residían en Tailandia, el líder de una pandilla de motociclistas ilegal y un equipo de asesinos liderados por un antiguo francotirador del ejército llamado Rambo.

En 2013 se hicieron públicos dos casos de conspiración federal en los que se retrata un sórdido submundo que supera cualquier ficción imaginable y que tiene establecida una base en Corea del Norte para la producción de metanfetamina. Según los documentos judiciales y las fuentes de la DEA, la reunión del pasado enero en Tailandia fue un momento decisivo en una investigación que sigue abierta al día de hoy y se extiende desde el Sudeste Asiático hasta África Occidental. Por el momento, ocho hombres han sido arrestados y extraditados para ser enjuiciados por conspiración en el tribunal federal de Manhattan.

Tras darse a conocer los procesamientos, los medios difundieron ampliamente la noticia de los casos. El examen de las pruebas y las entrevistas exhaustivas con ex diplomáticos, oficiales de la DEA y expertos independientes han permitido arrojar algo de luz a las oscuras dinámicas que rigen el tráfico de drogas internacional en Corea del Norte. Durante años, las autoridades han sospechado que las fábricas, propiedad del estado, se usaban para elaborar metanfetamina a escala industrial. Ahora parece que el régimen norcoreano está externalizando el trabajo a cárteles de la droga transnacionales, permitiéndoles operar con total impunidad en el país a cambio de recibir su parte.


“La abrumadora preponderancia de las pruebas apunta a que el gobierno norcoreano está involucrado”, afirma Sheena Chestnut Greitens, una investigadora de posgrado de Harvard que estudia actividades ilícitas en Corea del Norte. “Las tríadas, la Yakuza de Japón, es una cuestión de control. No creo que Corea del Norte ejerza algún tipo de control sobre estos grupos. Es un acuerdo por un beneficio mutuo, que durará mientras siga siendo conveniente para ambas partes.”

TONELADAS DE BINGDU

La participación de Corea del Norte en el tráfico ilegal de droga se remonta, al menos, a la década de 1970. Tras sus problemas de morosidad con la deuda internacional, el exdirigente Kim Il-sung (abuelo del actual dictador Kim Jong-un) supuestamente ordenó que sus embajadas fueran autosuficientes. Esta situación de inmunidad legal fue aprovechada por los diplomáticos para hacer contrabando de hachís y heroína. Pero a principios de los 90, un grupo de funcionarios diplomáticos de la RPDC fueron despedidos y expulsados de sus países anfitriones, lo que obligó al régimen a cambiar de estrategia.

Mientras la metanfetamina empezaba a ganar popularidad en Estados Unidos y Asia, de forma casi simultánea, el desplome de la economía y el hambre se impusieron en Corea del Norte. Esto fue el caldo de cultivo perfecto para que pudieran elaborar la droga ellos mismos. Un informe de 2007 al Congreso afirma que Kim Jong-il creó una agencia llamada “Oficina 39”, desde la que controlaba “toda actividad delictiva con fines de lucro” en el país, ya fuera el tráfico de drogas ilegales, la circulación de falsa moneda y el contrabando de cigarrillos. Las enormes fábricas farmacéuticas se transformaron en laboratorios de metanfetamina capaces de producir toneladas de bingdu, el nombre que recibe la metanfetamina en el argot norcoreano. La policía interceptó grandes cargamentos de esta droga con destino a Filipinas, Japón, Australia y otros lugares.

“Son cargamentos de material puro y de gran calidad, que ha sido envasado por profesionales y enviado en grandes cantidades”, nos cuenta Greitens. “Ésta ha sido la característica distintiva en las incautaciones de metanfetamina llevadas a cabo en Corea del Norte en la década de los 90”.


A principios de 2006, Corea del Norte inició una campaña pública contra la metanfetamina. El régimen promulgó un decreto por el cual los delincuentes relacionados con la droga eran sentenciados a muerte, independientemente de sus “estatus, servicios o logros”. Aunque esta droga sigue siendo habitual —los desertores han descrito un mundo sombrío y surrealista en el que el bingdu se utiliza como medicina para el dolor de cabeza—, las incautaciones han contribuido a su reducción. En un informe del año pasado al Congreso, el Departamento de Estado señalaba que en 2010 “no se produjeron casos confirmados de tráfico de droga a gran escala en los que estuviera involucrada Corea del Norte” y continuaba diciendo que “si esta actividad persistía, era, sin lugar a dudas, a menor escala”.

Pero David Asher, ex asesor del Consejo de Seguridad Nacional que colaboró en el desarrollo de la estrategia estadounidense contra las actividades ilícitas de Kim Jong-il, sospecha que esa campaña pública era pura fachada. Ashley afirma que lo más probable es que se tratara de una jugada para consolidar su poder.

“El crimen organizado en Corea del Norte no existe sin la mediación del Gobierno”, afirma Asher. “La delincuencia es desacatar el régimen. Aprobaron una ley para engañar a Occidente y para controlar el negocio internamente y asegurarse que la gente que estaba involucrada no actuara a espaldas del régimen. Es como en Los Soprano. Si se enteran de que alguien actúa sin el conocimiento del líder, lo matan”.

La investigación de la DEA sugiere que el tráfico de metanfetamina sigue muy activo y controlado en Corea del Norte, en última instancia, por el régimen. La única diferencia la marcan hombres como Tiong Tan Lim, un hombre frágil de 53 años, de origen chino y con gafas de fondo de botella. Según los documentos judiciales, Lim y su socio filipino de 41 años dijeron al informante de la DEA que sus jefes de Hong Kong tenían acceso exclusivo a la metanfetamina que se fabricaba en Corea del Norte.

“Solo nosotros podemos conseguir meta de Corea del Norte”, aseguró Lim. “El gobierno norcoreano ya ha quemado todos los laboratorios. Los nuestros son los únicos que no están cerrados. Los quemaron para enseñar a los norteamericanos que ya han dejado de venderla. Luego la transfieren a otra base”.

Lim afirmó que su organización había logrado ocultar una tonelada de metanfetamina norcoreana en algún lugar de Filipinas. También señalaba que en ese momento el suministro era limitado debido a la situación política de Corea del Norte.


“No podemos sacar nada de Corea del Norte ahora mismo”, dijo Lim. “Ya habíamos anticipado que esto ocurriría entre América, Corea del Norte, Corea del Sur, Japón. Ahora no podemos sacar nuestra mercancía”.

Los informantes de la DEA accedieron a comprarle 100 kilos a Lim, quien pensaba que el cargamento se enviaría a Nueva York. Organizar un envío de tal magnitud y complejidad requiere una planificación logística y de seguridad importante, por lo que la DEA acudió a otra banda de Tailandia.

Ahí es donde Rambo entra en acción.

SMOKING DRAGONS

El pasado septiembre, los fiscales federales presentaron una acusación contra cinco ex francotiradores de élite de los ejércitos europeo y norteamericano de conspiración para importar cocaína de un cártel colombiano y de planear el asesinato de un agente de la DEA. Preet Bharara, fiscal de Manhattan, describió a los hombres como “una banda internacional de mercenarios francotiradores que se unieron al servicio militar para ofrecer sus servicios con fines perversos”. El caso, dijo, “estaba sacado de las páginas de una novela de Tom Clancy”.

El protagonista principal es Joseph Hunter, alias Rambo, un hombre de 48 años, ex instructor de francotiradores del ejército de los EU y sargento instructor. Hunter se retiró en 2004 y reclutó a un grupo de soldados de élite para que trabajaran a sus órdenes como banda de asesinos a sueldo. Los agentes secretos de la DEA, haciéndose pasar por capos de la droga colombianos, contrataron el año pasado los servicios de Hunter como jefe de seguridad.

El auto de procesamiento de Hunter no hace mención a la metanfetamina de Corea del Norte, pero fuentes de la DEA informaron a VICE News que los casos están relacionados. A Hunter se le imputan cargos de conspiración para tratar de importar cocaína, no metanfetamina, pero tanto en los documentos de Hunter como en los de Lim, se describen dos redes de tráfico, ambas basadas en Tailandia, muy sofisticadas y que guardan gran similitud entre ellas. Las dos investigaciones se iniciaron en enero del 2013 y se desarrollan en líneas temporales similares.

Jerika Richardson, portavoz de la fiscalía en Manhattan, rehusó hacer declaraciones sobre el caso de Hunter y Corea del Norte. Según un alto cargo de la DEA, que hizo declaraciones desde el anonimato por no permitírsele hablar sobre una investigación en curso, la organización de Hunter ofrecía los asesinatos como un “servicio extra”. Su función principal era la de subcontratista, custodiando y haciendo contrabando de drogas y armas en nombre de varias organizaciones criminales transnacionales.

Eso suena sospechosamente parecido a los servicios supuestamente prestados al agente secreto de la DEA por Scott Stammers, un británico de 44 años residente en Tailandia.

Según los documentos judiciales, el informante de la DEA contrató a Stammers para que fuera el intermediario encargado de llevar la metanfetamina de Lim desde el Sudeste Asiático a Nueva York. Inicialmente, Stammers se mostró renuente a cerrar el trato, asegurando que la metanfetamina norcoreana era cara, para empezar, y que costaba mucho entrar.

Finalmente Stammers accedió a participar, y poco después puso al informante de la DEA en contacto con Phillip Shackles, otro inglés que decía tener experiencia con el tráfico de metanfetamina de Corea del Norte. Los documentos muestran que Shackles envió al informante e-mails en los que usaba “DVD” como código para referirse a la metanfetamina. Shackles afirmaba conocer a alguien “que había trabajado en Corea del Norte haciendo DVDs”, y dijo que allí tenía “buenos contactos para comprar grandes cantidades”.

La idea de que unos extranjeros entren a Corea del Norte para elaborar metanfetamina parece improbable, pero esto ya ha sucedido anteriormente. En 2011, una investigación del FBI llamada Smoking Dragon —los agentes del Gobierno deben pasárselo muy bien poniendo nombres a sus operaciones— se centró en Yi Qing Chen, un hombre de origen chino residente en Los Ángeles y que tenía negocios en el mercado negro. Además de traficar con misiles antiaéreos y otras armas, Chen vendía billetes de $100 falsos y metanfetamina de gran pureza, puras especialidades norcoreanas.


Bob Hamer, exagente del FBI y jefe de la operación Smoking Dragon, recuerda que Chen acosaba a inversores para que financiaran un superlaboratorio de metanfetamina en Corea del Norte que posteriormente pasaría a ser una fábrica de detergente para la ropa. Hamer habló de una especie de contrato de arrendamiento con altos cargos norcoreanos corruptos, y aseguró que incluso le ofrecieron una visita guiada por las instalaciones.

“Teníamos una idea muy detallada de dónde iría la fábrica y cómo se organizaría”, nos contó Hamer. “Me dejaron muy claro que en Corea del Norte no ocurría nada sin el conocimiento y el beneplácito de las autoridades”.

98 POR CIENTO DE PUREZA

El 5 de abril de 2013, Shackles y Stammers recibieron dos muestras de metanfetamina norcoreana, supuestamente suministrada por Lim. Una eran “trozos claros y grandes, más duros de romper”, según la descripción de Stammer en los documentos judiciales, y la otra era “más blanca y en gránulos más pequeños”. El análisis de las muestras dio un 96 y un 98 por ciento de pureza, respectivamente. La semana siguiente, Stammers envió otro mensaje diciendo que sus jefes querían contactar con el “proveedor de CN”, y preguntando por “los precios y las cantidades y capacidades de fabricación”.

Tras negociar la compra de 100 kilos a Lim, Shackles y Stammers acordaron que un hombre llamado Adrian Valkovic sirviera como “comandante” y supervisara el envío cuando llegara a Tailandia. Valkovic, un hombre de Europa del Este, alto e imponente, con tatuajes que asomaban por el cuello y las mangas, usaba un pseudónimo y se presentó como el oficial de armas del “Club de Motociclistas Ilegales”. Prometió a ocho hombres de su banda que colaborarían con el transporte, el empaquetado, la logística y la seguridad.

EL 16 de agosto, los agentes secretos de la DEA se reunieron con dos de los presuntos asesinos de Hunter en Tailandia y planificaron un golpe contra un agente de la DEA y su informante en Liberia, un centro de distribución de droga en África Occidental. Orquestaron el asesinato para que pareciera “un robo que no salió bien”, ocultando sus rostros con “máscaras de látex muy sofisticadas” que, según los fiscales, “podían hacer que el que la llevara pareciera de otra raza”.

Al día siguiente, también en Tailandia, informantes de la DEA se reunieron con Shackles, Stammers y Valkovic. Como tapadera para encubrir el envío de droga, planearon la celebración de una fiesta o una sesión fotográfica en un yate anclado en un puerto cercano a la base naval de Estados Unidos. La organización de Lim ya había enviado 4 mil 700 kilos de té en un “envío de prueba” para garantizar que la verdadera mercancía llegara sin problemas. Lo que no sabían era que la DEA estaba observando cada uno de sus movimientos.


Hunter fue arrestado el 25 de septiembre, después de que los agentes de la DEA lo identificaran para la policía tailandesa mientras se encontraba en un club de campo de la provincia meridional de Phuket. Valkovic fue arrestado el 19 de noviembre en Tailandia, y el resto del grupo fue puestos bajo custodia al día siguiente. Todos fueron extraditados a Nueva York y actualmente siguen detenidos, a la espera de que se celebre el juicio. En una visita posterior en Manhattan, los fiscales mostraron más de 100 gigabites de pruebas digitales relacionadas con el caso, entre las que se encontraban e-mails, grabaciones de llamadas telefónicas y de vídeo. Con el fin de proteger a los testigos y preservar “la confidencialidad de las investigaciones en curso”, la fiscalía solicitó que se tomaran medidas especialmente restrictivas respecto a las pruebas relacionadas con el caso de Lim. El mes pasado, estas medidas se manifestaron en forma de “una orden de protección referente al descubrimiento”. La razón aducida fue que la prueba incluye “cierto material que, si se difundiera a terceros, podría, entre otras cosas, suponer una amenaza para la seguridad pública y para la seguridad de los testigos además de que podría entorpecer las investigaciones en curso”.

A medida que avanzan los casos y salen a la luz más pruebas, los observadores de Corea del Norte aseguran que continuarán examinando con detenimiento para tratar de averiguar la situación actual del tráfico de drogas en este régimen. Raphael Perl, autor de un detallado informe del Congreso de Estados Unidos sobre las actividades ilícitas en Corea del Norte, sospecha que las autoridades del país siguen estando vinculados directamente con la elaboración y la exportación de metanfetamina, pero que ahora la operación se realiza en coordinación con grupos criminales organizados.

“Una vez que entras, te conviertes en un adicto al tráfico”, dice Perl. “Tanto en la distribución como en la producción de metanfetamina existe una jerarquía militar. Es una gran industria. ¿Por qué iban a cerrar una industria tan rentable si pueden seguir sacando provecho de ella?”.

Si unimos el secretismo de los cárteles de la droga al hermetismo del régimen de Corea del Norte, resulta imposible conocer hasta qué punto el gobierno de este país está involucrado en la producción de metanfetamina. Los casos recientes de Nueva York pueden darnos una idea. Si bien Lim, Hunter y sus presuntos cómplices están encerrados, las limitadas pruebas de las que disponemos sugieren que cada uno de ellos pertenecía a organizaciones criminales que posiblemente sigan en activo y que todavía tengan acceso a un suministro estable de bingdunorcoreano de pureza extrema.

Aunque la DEA se haya incautado de unos cuantos kilos en el transcurso de la investigación, todavía se desconoce el paradero de la tonelada oculta en Filipinas.

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