jueves, 13 de febrero de 2014

EL CUADERNO VERDE de JOSÉ (PEPE) GORDON en REFORMA

  



EL CUADERNO VERDE


¿FALSAS MEMORIAS?  ¿INDUCIDAS, ACCIDENTALES...TERAPÉUTICAS? 
LEE Y ENTÉRATE:


Las guerras de la memoria

Por José Gordon

La doctora Elizabeth Loftus tenía 44 años. Se encontraba en una reunión familiar cuando uno de sus tíos le dio una información que la dejó helada. Le dijo que cuando la madre de Elizabeth murió ahogada -ya de ello 30 años-, ella fue la que descubrió el cuerpo en la alberca. Elizabeth pensaba que nunca había visto el cuerpo inerte de su madre. Recordaba muy poco de lo que sucedió en esos días.

Poco después de la revelación del tío, empezaron a despertar las memorias reprimidas. Dice Loftus: "Las memorias retornaron como el nítido humo de una fogata en el bosque. Mi madre, en camisón, flotaba con la cara boca abajo... Comencé a gritar. Recordé las luces destellantes de las patrullas de la policía. Durante tres días mi memoria se expandió y se hinchó. Poco después, por la mañana, mi hermano me habló para decirme que mi tío se había equivocado. Ahora recordaba bien lo que había pasado (otros parientes también lo confirmaron), en realidad había sido la tía Perla quien descubrió el cuerpo de mi madre".

Lo paradójico de esta experiencia es que la doctora Loftus se había dedicado a investigar las llamadas falsas memorias. Ahora le tocaba vivir en carne propia la maleabilidad de los recuerdos. Loftus escribe: "¡Mis propios experimentos inadvertidamente habían operado dentro de mí misma! Me quedé con una sensación de asombro ante la credulidad que habitaba en mi propia mente escéptica".

Los estudios más recientes plantean que eso ocurre incluso en mentes que se asemejan a la de Funes el memorioso, el personaje de Borges que recordaba todo con prodigiosa exactitud. Esta capacidad se llama hipertimesia o memoria autobiográfica altamente superior. Se trata de la imposibilidad de olvidar ni un solo segundo de nuestras vidas.

En National Geographic, Ed Yong señala que en 2006, James McGaugh, en la Universidad de California en Irvine, realizó un estudio sobre una impresionante memoriosa llamada Jill Price. Sabía exactamente todo lo que estaba haciendo en cada minuto de cualquier fecha del pasado: que el 11 de abril de 1993 fue el Domingo de Resurrección y que cenó espagueti; que el Challenger explotó un martes, el 28 de enero de 1986; que el 5 de marzo de 1991 se transmitió el último episodio de la serie televisiva Dallas. Recientemente, Lawrence Patihis, en colaboración con McGaugh y Loftus, llevó a cabo una serie de experimentos con varias personas con hipertimesia. ¿Pueden también tener falsas memorias? ¿Se pueden, por ejemplo inducir palabras fantasmales en los memoriosos?

En uno de los estudios le pidieron a los sujetos del experimento que recordaran largas listas de palabras relacionadas con una palabra ausente. Un ejemplo: aparecían las palabras: "descanso", "siesta" y "cama" pero no la palabra "dormir". Ese era el término fantasma. Sin embargo, el 70 por ciento de las personas "recordaron" la palabra "dormir". En el estudio tanto los memoriosos como los no memoriosos cayeron en la trampa.

La investigación es perturbadora. Si la memoria no es tan confiable, con mala fe se pueden poner en entredicho testimonios auténticos sobre crímenes terribles y abusos sexuales. Ese es el verdadero drama que, por ejemplo, están viviendo en estos días Woody Allen y su hija Dylan Farrow. ¿Se trata de un caso de pedofilia cuando ella era menor? ¿Se trata de un caso de memorias falsas? En sus declaraciones, ambos son conscientes de que lo está en juego son las guerras de la memoria. Dylan defiende la dignidad de sus recuerdos. Allen con igual vehemencia los pone en duda. Si fuera película estaríamos hablando de una tragedia compleja y muy oscura.



pepegordon@gmail.com



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