viernes, 10 de enero de 2014

LOS ESCOTES Y LA CENSURA FRANQUISTA EN EL CINE



La censura franquista en el cartel del cine, libro del escritor y coleccionista Bienvenido Llopis, relata la fijación que hubo durante la dictadura franquista para censurar los escotes de las divas del cine. Nada que pudiera alterar la moral y el orden establecidos –ideas políticas, religión, pero sobre todo sexo– escapaba al control de los censores, que devolvían los carteles a los artistas para retocarlos una y otra vez, según explicó Llopis a la agencia Efe.

La abertura del vestido de Anita Ekberg en La Dolce Vita fue considerada demasiado atrevida y aparece disimulada en unos programas de mano que nunca llegaron a distribuirse, ya que la censura finalmente prohibió la película. El autor decidió recopilar toda la censura desde hace 28 años, cuando tenía un puesto en un mercado callejero de Madrid. Uno de sus clientes era dueño de unos cines en la ciudad de Burgos, en alguna ocasión se le acercó y le mostró un programa de la película Camino de Santa Fe con un sello del arzobispado local estratégicamente colocado para camuflar el beso de Errol Flynn a Olivia de Havilland.


Desde entonces se ha dedicado a coleccionar todo tipo de censura. El éxito fue tal, que en el primer mes de publicar el libro, se agotó y va por la segunda edición. “He estado buscando por toda España, pateándome el país de arriba a abajo”, asegura Llopis, que se hizo con unos anuarios del cine español de comienzos de los sesenta, con los listados de empresarios de cine, direcciones y teléfonos, y empezó viajar. 


“Me he hecho rutas de tres a veinticinco días, entrando en los pueblos, preguntando a la gente, unas veces con más suerte que otra. He encontrado cines que a lo mejor estaban llenos de material y llevaban 20 años cerrados, y otros que llegabas y había un supermercado o un bingo”. En ocasiones eran los nombres y hasta los rostros de determinadas estrellas, que el régimen no veía con buenos ojos, las que eran censuradas. Así, Charles Chaplin aparece sin cabeza y rotulado como “Carlitos” en los carteles de “Shanghaied”. Además de carteles y programas, el libro incluye recortes de prensa, postales o cromos.

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