jueves, 31 de octubre de 2013

LA VOZ DE LOS HOMBRES SEXUALMENTE AGREDIDOS



En contra de su voluntad: la realidad de la 

violación a los hombres


"Vuelve a dormir".

Eso fue precisamente lo que James Landrith hizo en una noche de juerga.

A la mañana siguiente, Landrith —quien en ese entonces tenía 19 años— despertó en una cama que no era la suya. Conforme pasaba el sopor, reconoció a la mujer que le ordenó dormir: era la amiga de un amigo.

La chica le pidió que la llevara a su casa, luego de que su amigo en común se marchó del club nocturno donde estaban. Recordaba que la mujer estaba embarazada y le invitó a Landrith unas bebidas para agradecerle que iba a llevarla a casa.

Recordaba sentirse desorientado y que ella sugirió que tomara una siesta en un motel para recuperarse. Incluso recordaba haberse acostado con los pantalones puestos, porque se sentía incómodo de quitárselos frente a una desconocida.

Más tarde despertó, todavía adormilado, y la mujer estaba encima de él. Lo que no recordaba era haber dicho "sí".

A la mañana siguiente, la voz conocida le dijo que podría lastimar al bebé si se resistía. Y entonces lo obligó a tener relaciones sexuales una vez más. Unos minutos más tarde todo había terminado. Y una noche de motel se convirtió en años de autoanálisis.

Eventualmente buscó ayuda de un terapeuta. "Finalmente pude llamarlo como lo que era", dice. Fue una violación.

Eso ocurrió en 1990. Desde entonces, Landrith, exinfante de marina, ha dado voz a las víctimas de agresiones sexuales, en particular a los hombres que fueron víctimas de mujeres. No buscó que juzgaran a su supuesta violadora, pero quiere que otras víctimas se sientan con libertad de hablar sobre las agresiones sexuales y busquen la justicia sin sentir vergüenza.

"Quiero que la gente entienda que no se trata de lo fuerte que seas físicamente", dice. "Nosotros (los hombres) estamos condicionados para pensar que no pueden victimizarnos de esa forma".



Los expertos dicen que cualquier víctima de agresión sexual requiere de una sanación emocional y psicológica exhaustiva después del incidente, pero que a los sobrevivientes varones se les dificulta más expresar lo que ocurrió.

"Con frecuencia, es menos probable que los sobrevivientes varones identifiquen lo que les ocurrió como abuso o agresión a causa de la noción general de que los hombres siempre quieren tener sexo", dice Jennifer Marsh, vicepresidenta de Servicios para Víctimas de RAINN, una organización contra la violencia sexual.

"Los varones deben cargar con el peso adicional de enfrentarse a una sociedad que no cree que las violaciones puedan ocurrirles a ellos en absoluto", dice la psicoterapeuta Elizabeth Donovan.

Agrega que los roles de género indican que se espera que los hombres sean fuertes y autosuficientes; se considera que son los hombres quienes persiguen las conquistas sexuales, no quienes las "esquivan".

Recientemente, el provocador Chris Brown reveló detalles impactantes de su primer encuentro sexual a Decca Aitkenhead, del diario británico The Guardian: "Perdió la virginidad cuando tenía ocho años con una vecina que tenía 14 o 15. ¿En serio? 'Sí, en serio. Ajá'. Sonríe y se ríe. 'En el campo es diferente'".

Tom Hawking, del sitio FlavorWire, es uno de los muchos escritores que se sintieron ofendidos con la anécdota y escribió: ¿Por qué nadie habla de que violaron a Chris Brown?

La asesora especialista en recuperación tras un trauma Stephanie Baird dice que los hombres que viven experiencias como la de Brown, a menudo se lo explican diciendo: "Soy un semental, 'fulana' me llevó a la cama…".

"Hacen esto para sentir que tenían algo de poder y voz", dice.

Además de esta postura machista, también existe el popular complejo de atracción por la maestra o la niñera sexy. "A causa de la cultura de laSeñora Robinson (la mujer madura que inicia sexualmente al joven inexperimentado), puede ser mucho más difícil para los varones el siquiera reconocer que el acto es agresivo o carente de consentimiento", dice Baird.

Dice que el consentimiento significa: "Tener la edad, la mentalidad y la condición corporal para decidir de forma informada si se quiere intimar sexualmente con la otra persona". Los niños no pueden dar su consentimiento.

Casi uno de cada 10 jóvenes de entre 14 y 21 años admitió haber ejercido algún tipo de violencia sexual a lo largo de su vida, según un estudio realizado en Estados Unidos y publicado en la revista JAMA Pediatrics. Según la investigación, los varones y las mujeres ejecutaban actos de violencia sexual a niveles sorprendentemente parecidos después de los 18 años: el 52% de los varones y el 48% de las mujeres.

En el estudio se clasificaba la violencia sexual en cuatro categorías: contacto presexual (besos, contacto físico, etc., contra su voluntad), sexo coercitivo, tentativa de violación y violación consumada. Era más probable que las mujeres instigaran el contacto presexual no deseado.

Para las víctimas masculinas de violaciones de cualquier edad es difícil convencer a los demás de que fueron víctimas. Los expertos dicen que entra en juego la disparidad de fuerza físicas: ¿acaso un hombre no puede defenderse de una mujer?

"Es una decisión difícil; la gente cree que no se puede violar a los hombres y no entienden que en la confusión, no significa no", dice Curtis St. John, presidente de MaleSurvivor, un grupo nacional de apoyo para las víctimas masculinas de agresiones sexuales.

El que algunos hombres puedan desempeñarse sexualmente e incluso tener un orgasmo aunque los estén violando enturbia más las aguas.

Incluso en el caso de hombres que no dieron su consentimiento para tener una relación sexual, la estimulación ligera de los genitales o la intensificación del estrés puede provocar erecciones "aunque no exista un estímulo sexual específico", según un artículo publicado en la revista Journal of Clinical Forensic Medicine.

St. John dice que a menudo se pregunta a las víctimas del sexo masculino si se sintieron excitados. "No escuchas eso con las víctimas femeninas. Es una pregunta interesante que les hacen a los hombres".

Los efectos a largo plazo de una agresión sexual pueden incluir trastorno por estrés postraumático (TEPT), abuso de sustancias, evitar la intimidad o lo opuesto: la hipersexualidad, dice St. John.

"Algunos hombres sienten la necesidad de demostrar su hombría al volverse hipermasculinos", dice Donovan.

En cuanto a la adaptación, Marsh —de RAINN— dice que nunca es tarde para pedir ayuda. Pero con el estigma que ello conlleva, los sobrevivientes no se sienten cómodos al hablar con sus amigos y familiares porque no han definido su experiencia como una agresión.

Para Landrith, la adaptación empieza al encarar a la violación como lo que es y compartir las experiencias. "Siempre que se habla de sobrevivientes masculinos, las mujeres tienen las peores estadísticas, pero no es una competencia… y cada uno de nosotros necesita tiempo para hablar de ello", dice.





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