viernes, 27 de julio de 2012

¡JEAN MEYER SE METE EN CAMISA DE ONCE VARAS!




Jean Meyer analiza crimen ritual




Es una leyenda, pero durante siglos alimentó la violencia contra los judíos

Por Silvia Isabel Gámez

Ciudad de México  (27 julio 2012).-   La historia de una pasión criminal. Así define Jean Meyer La fábula del crimen ritual, un libro que escribió con la duda de si sería publicado. Al abordar este mito que persigue a los judíos desde el siglo 12, la principal dificultad radica, dice, en el peligro de que los antisemitas lo tomen como material para abonar sus teorías.

"Mi amigo, el historiador Mauricio Tenorio, estaba asustado. Me decía: 'Jean, ¿en qué te vas a meter? No hagas eso'". Es un tema delicado, afirma, y es consciente de que puede recibir ataques lo mismo de judíos que de antisemitas. Esperará las reacciones.

En su obra, Meyer deja claro que el crimen ritual --matar en cumplimiento de un mandamiento religioso-- nunca existió entre los judíos. Ningún texto de la ley talmúdica lo ordena. Pero como planteó el historiador Ariel Toaff con relación al caso de Simoncino de Trento en 1475, sí pudo existir en las comunidades, señala, algún "extremista" judío que decidiera vengar agravios asesinando a un niño cristiano en la Pascua. "Y en esa rendija se pueden meter todos los antisemitas para decir: si fue cierto en el caso de Trento, ¿por qué no es verdad en los otros casos?".

Entre 1144 y 1914, los historiadores calculan que se presentaron 150 acusaciones de crimen ritual en Europa y los Imperios ruso y otomano, escribe Meyer. "Basta que una vez haya existido (un crimen ritual) para que el mito tome cuerpo, se reproduzca y después no haya forma de eliminarlo. Forma parte casi del inconsciente colectivo".

La pasión antisemita de la revista jesuita Civiltá Cattolica es el "hilo rojo" que guía el libro del historiador. Entre 1881 y 1914, publicó un gran número de artículos dedicados al crimen ritual. La publicación, que antes de imprimirse recibía la aprobación de la Santa Sede, circulaba entre suscriptores, la mayoría sacerdotes y obispos. "Era leída exclusivamente por el clero, y eso es importante, porque el clero enseña a los fieles. Si absorbe ese discurso antisemita y lo hace suyo, luego lo va a transmitir".

Los artículos de Civiltá Cattolica permiten también a Meyer plantear la responsabilidad de los cristianos en el desarrollo del antisemitismo. La acusación de crimen ritual, alimentada por un sector de la Iglesia y con un fuerte arraigo popular, ha sido un argumento para ejercer la violencia contra los judíos.

"A lo largo de la historia", afirma el autor de La Cristiada, "los monarcas, los Papas y muchos obispos protegieron a los judíos, y siempre dijeron que el crimen ritual es una locura, una fábula mortífera, por eso hay que prohibirla, porque ha provocado el odio y el asesinato de los judíos".

El origen de la fábula, refiere Meyer, se remonta a las matanzas que cometieron en Alemania los primeros cruzados en 1096 contra los judíos que no aceptaban convertirse al cristianismo. Muchos adultos, considerados "mártires" se suicidaron y sacrificaron a sus hijos antes que aceptar otra religión.

"Ese fenómeno de los padres que mataban a sus hijos impactó tanto a los cristianos que de ahí surgiría después el mito del crimen ritual. Si (los judíos) habían sido capaces de sacrificar a sus hijos, con más facilidad podrían matar al hijo de un cristiano, movidos además por la venganza".

La leyenda se propagó a partir de 1144 en Alemania, Inglaterra y el norte de Francia. "Las acusaciones de crimen ritual son el simétrico opuesto del martirio judío", escribe Meyer. Tiene lugar en Pascua para renovar la memoria del deicidio, la Pasión del Señor.

Aunque desde el Concilio de Trento en el siglo 16, la Iglesia negó que los judíos fueran un pueblo deicida, la acusación permanece, señala el historiador. "El catecismo del Concilio dice: los judíos no mataron a Cristo. Fue por nuestros pecados que Cristo murió y sigue en la cruz".

El problema del antisemitismo, explica, es que constantemente cambia de máscara. Ahora se escuda en el ataque a Israel y la defensa de los palestinos, dice, un discurso de la ultraderecha que en estos días también asume la extrema izquierda. Y en ambos lados se encuentran negacionistas, desde quienes afirman que el genocidio judío nunca existió, hasta los que atribuyen al Mossad el ataque del 11-S.


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