viernes, 9 de septiembre de 2011

ADINA CHELMINSKY es DOKTOR DINERO. NOS HABLA DE FINANZAS PERSONALES QUE TODOS NECESITAMOS Y DEBEMOS CONOCER

Malos cálculos

La planeación financiera está muy basada en fórmulas diseñadas hace más de una generación y no han sido ajustadas, aun cuando los mercados y las necesidades de la gente han cambiado radicalmente.

Por Adina Chelminsky*

Como seres humanos nos da seguridad estar en el promedio. Por más que odiemos la palabra. En nuestras actitudes y acciones siempre buscamos la conformidad con lo que “los expertos” (y uso este término con ironía) dicen que es lo correcto. Si una tabla dice que tenemos que pesar entre 55 y 58 kg lo tomamos como la ley; si dice que tenemos que dormir ocho horas diarias, lo hacemos nuestra mantra; sin importar nuestras necesidades o características particulares. Al parecer tomamos todas las tablas, como las “tablas de la ley”.

Esto es particularmente cierto en las finanzas personales. La planeación financiera está muy basada en promedios y fórmulas que buscan guiar nuestra vida financiera.

El enorme problema es que estos cálculos y reglas fueron diseñados hace más de una generación y no han sido ajustados, aun cuando las necesidades financieras de las personas y el funcionamiento de los mercados han cambiado radicalmente.

Dentro de estas leyes está la trifecta de parámetros financieros que muchos asesores toman como ley: Ahorrar el 15 por ciento de tus ingresos, limitar tus deudas a los intereses que puedas pagar con 30 por ciento de tu ingreso y calcular lo que vas a necesitar en el retiro, como 75 por ciento de tus gastos actuales.

El problema con estos números no es que sean erróneos, sino que nos hacen cometer errores no intencionales. El seguirlos ciegamente nos da una falsa seguridad y puede acarrearnos enormes problemas financieros o evitarnos cumplir con nuestras metas financieras.

Cada una de estas tres “reglas de oro” representa uno de tres grandes problemas de los que, como inversionistas-ahorradores-consumidores, tenemos que estar conscientes a la hora de refugiarnos en un número.

1er. Problema: Las reglas no se apegan a lo práctico. Dicen las leyes que lo que uno necesita es ahorrar 15 por ciento de su ingreso cada mes o de lo contrario… (aquí insertar la consecuencia más terrible). Esto es, hoy por hoy, impráctico para la mayor parte de las personas que no están acostumbradas al ahorro. El apretarse el cinturón para ahorrar 15 por ciento de sus ingresos en un mes, más que un hábito crea un susto que evita que los meses siguientes ahorremos. ¿Qué pasa si en vez de ahorrar 15 por ciento un mes y quedarnos dos sin poder ahorrar, procuramos ahorrar cinco por ciento cada mes (sin sufrir)?

En un ejemplo numérico, si dos personas ganan 10 mil pesos y una ahorra mil 500 un mes sí y dos no, y la otra ahorra 500 cada mes. La primera (que sufre el ahorro) tendrá ahorrado, después de 20 años, 257 mil 690, mientras que la segunda (que no lo resiente) tendrá 260 mil 463.

Comprobado que el número no es lo importante, sino la capacidad que tenemos en incorporar los hábitos a nuestra vida.

2do. Problema: Las reglas hablan de cantidad, pero no de calidad. Otra gran ley dice que tenemos que pagar en intereses totales hasta el 30 por ciento de nuestro ingreso. Pero este número no distingue ni la calidad de las deudas (estoy pagando una TV de plasma o una hipoteca), ni el costo de estas deudas (una tarjeta de crédito con un CAT de 70 por ciento anual o un crédito de nómina al 16 por ciento) ni si este dinero abona al capital o es puro pago de intereses. Para poder distinguir lo buena o mala que es una deuda hay que evaluar su objeto, su costo y sus condiciones. Pagar 35 por ciento de mis ingresos para abonar deudas que tengan que ver con la educación de mis hijos es indudablemente mejor que pagar 25 por ciento por puros tarjetazos de artículos de impulso.

3er. Problema: Las reglas no están basadas en las necesidades del siglo XXI. Dice “la ley” que uno tiene que calcular sus gastos en el retiro como 75 por ciento de los gastos actuales. Sin embargo esto estaba hecho en una época en donde la tercera edad era sinónimo de “voy a disfrutar el jardín y a los nietos y a lo mejor mis hijos me pueden ayudar en caso necesario”. Hoy la realidad es que el retiro es la época de “voy a hacer todo lo que siempre he soñado y ojalá no tenga yo que ayudar con ciertos gastos de mis hijos”. El hacer cálculos financieros sin contemplar la vida que estos tienen que solventar, es erróneo y potencialmente peligroso.

*Especialistas en finanzas personales. Doktor Dinero

adina@doktordinero.com

www.doktordinero.com

@CAyMILL

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